“Este es el día que hizo el Señor; Nos gozaremos y
alegraremos en él” (Salmos 118:24).
En este día no estoy solo, pero estoy, en la presencia de mi
Dios. Las circunstancias en este momento no son mayores que mi Dios. Él conoce
mis actitudes y las permite. Permitiré que Él me dirija y me controle. Sé que
nada me debe desesperar como si Él no se preocupase o se importase o no pudiese
me ayudar. Debo caminar sabiendo que Él está a mi lado. Soy Su creación y Su
nueva criatura. Soy de Él, para hacer lo que Él quiera que yo haga — bendecir
o ser bendecido, estar
completamente a Su disposición. El día Pertenece a mi Señor y quiero pasar ese
día sirviéndolo. Debo dar todo cuanto tengo y soy para que, en este día, Él sea
honrado y glorificado.
Este día es muy importante para mí. Yo no voy a lamentarme de
nada, no voy a murmurar por los fallas y ni por las dificultades, no voy a
decir que no puedo o no consigo esto o aquello, no me dejaré abatir o
entristecer. Yo
confiaré en mi Señor, glorificaré Su nombre en cualquier
circunstancia, esperaré pacientemente por Sus respuestas, agradeceré por ellas,
sabiendo que serán siempre las mejores.
Ese día será marcante en mi vida. Buscaré
obedecer las enseñanzas de la Palabra de Dios, me esforzaré
para ser una bendición para todos con quien me encuentre, buscaré brillar en
todas mis actitudes. Quiero alegrar el corazón de mi Señor, quiero que todos
perciban qué mi alegría es fruto de la presencia de Jesús en mi
corazón, quiero aprovechar todas las oportunidades para proclamar que Jesús es
el Señor y Salvador de todos aquéllos que lo buscan.
Este día será el mejor de toda mi vida. Caminaré agarrando las
manos de Dios, seguiré la dirección que Él preparó para yo seguir, no me dejaré
engañar con las mentiras de ese mundo. En todo momento yo alabaré al Señor y me
regocijaré con todo cuanto Él haga en mí y a través de mí.
¡Este día será glorioso!
Gracias, Señor, por él.
Fuente: Paulo Barbosa
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