La tristeza se caracteriza entonces por ser un generador de estados osentimientos de desazón, aflicción, pena, angustia, preocupación y pérdida de energía o de voluntad.
En tanto, la
tristeza es generada por diferentes tipos de situaciones, y normalmente el modo
en que cada individuo se ve afectado por cada situación es muy particular:
mientras una situación puede generar gran sentimiento de tristeza en alguien,
puede no tener el mismo efecto en otra persona.
Por otro lado,
existen individuos con una inclinación natural hacia la alegría, el optimismo y
la extroversión, mientras que por el contrario están los pesimistas, y esto por
supuesto incidirá en el impacto y duración de la tristeza; ahora bien, hasta el
más alegre sentirá tristeza ante algún fracaso o pérdida porque obviamente
sería anormal sino fuese así.
Este tipo de emoción tan
corriente es normalmente motivada por los sinsabores que a veces tiene la vida reservados todos nosotros, sin
excepciones, y que nos quitarán la alegría por un período corto o largo de
tiempo, dependiendo del tipo de situación que afecte, una enfermedad, la muerte
de un ser querido, la pérdida del trabajo, el aplazo en un examen, una pelea
con alguien de la familia o un amigo, entre otras posibilidades.
Suele decirse que son precisamente las
tormentas las que hacen crecer las raíces de los árboles, de ahí que a menudo se justifique esos
instantes detristeza como el verdadero artesano del
conocimiento, ahí donde aprendemos de nosotros mismos y de donde salimos
fortalecidos tras haber superado un proceso del cual, hemos obtenido conocimiento
para seguir adelante, para endurecer un poco más esa coraza que ofrece la vida y donde hemos de saber
protegernos para responder.
Pero ¿Qué ocurre en nuestro cerebro en esos momentos, por qué nos
sentimos de ese modo cuando la tristeza se instala como una tela de araña en
él?
CUANDO EL CEREBRO QUIERE LLORAR
Según los expertos en psiquiatría y psicología, el cerebro se
encuentra más preparado para enfrentarse a esta emoción que a cualquier otra. Si nos damos cuenta es precisamente un rostro entristrecido el
que más empatía provoca, lo reconocemos de inmediato y tendemos de algún modo a
apoyar a esas personas que atraviesan dicha sensación.
La tristeza se entiende y
dispone de un lenguaje propio. Además, las lágrimas actúan también como
un mecanismo de defensa y desahogo, es un
modo de liberar la tensión que esa emoción en particular provoca en nuestro
cerebro. Pero veamos qué más factores lo determinan:
-La tristeza afecta al cerebro: el organismo y el cerebro requieren más oxígeno y más glucosa
durante estos procesos emocionales, se siente estresado y colapsado de
sensaciones y emociones, de ahí que necesite más “combustible” para poder
funcionar… un estado que a nosotros, dado ese gasto energético, nos provoca más
cansancio. La tristeza agota, y cuando
estamos muy cansados ni siquiera podemos dejar caer las lágrimas. Nadie puede llorar durante un día
entero, es un acto que puede realizarse en pequeños episodios, pero no de modo
continuado.
-Pérdida de gusto por lo dulce. Es un hecho curioso, pero cuando atravesamos estos procesos de
tristeza el cerebro deja de recibir en la misma intensidad la sensación del
dulce, disminuye el número de receptores en la lengua y las personas no
captamos del todo el sabor, de
ahí que solamos comer más, qué busquemos más cosas dulces porque no acabamos de
encontrar el mismo placer que antes.
-Bajo nivel de serotonina. Cuando vivimos estos periodos de marcada tristeza, el cerebro
deja de producir serotonina a un nivel que se considera adecuado, y un déficit en este
neurotransmisor supone que puedan aparecer a medio o largo plazo las temidas
depresiones, las obsesiones compulsivas e incluso pequeños ataques violentos. El cerebro es una máquina compleja
que, ante situaciones de estrés, ansiedad, miedos…etc, altera su producción de
neurotransmisores, y esto siempre afecta a nuestra conducta.
La tristeza
nos permite poder aprender de lo que hemos vivido, y ese es el principal valor.
El cerebro es un órgano magnifico que a largo plazo es capaz de
autorregularse por sí solo, dispone además de varios mecanismos de defensa
mediante los cuales nos protege, guardando en
nuestra memoria recuerdos mediante los que podemos aprender, situaciones a las
que nos podemos anclar para ayudarnos a salir de las mareas de la tristeza.
El poder llorar y saber buscar apoyo en nuestro exterior, son sin
duda unos medios adecuados para superar estos estados tan comunes en la vida.
Diferencia entre tristeza y depresión
Es lógico, normal, y de seres humanos no estar todo el tiempo
contentos y presentar algunos momentos y días en los que nos sentimos más
tristes por determinadas circunstancias.
En aquellos
casos en los que la persona entra en un círculo de tristeza y desgano crónicos
debemos hablar en lugar de tristeza de un estado depresivo que implica mayor
gravedad y que como tal deberá ser tratado rápidamente por un profesional
médico para que la persona pueda superarlo y recuperarse.
Como sabemos,
hay algunos estados de depresión muy severos que pueden llevar a la persona que
los padece a auto infligirse algún daño, o provocarlo sin quererlo a quienes lo
rodean, por eso mismo es indispensable que quien se manifiesta con una gran
depresión sea tratado médicamente para evitar estas posibles situaciones.
Entonces, para
realizar una precisa y clara distinción y no confundir a la tristeza con la
depresión como normalmente se hace debemos decir que la tristeza es pasajera,
una vez pasada y superada la razón que la desencadenó la persona vuelve a
sentirse bien y a gozar de la vida, mientras que en la depresión esto no
ocurre, y una vez que llega, sino se la trata convenientemente, persistirá
provocándole serias consecuencias a quien la padece.
Cómo vencer la tristeza poco a poco
La tristeza crónica es el sustrato de la depresión. Hemos de ir con cuidado. Piensa en la tristeza como una
enfermedad que hay que curar, como un músculo que endurecer y fortalecer para
golpear nuestra realidad con la mayor energía posible. Con el más grande de los
ánimos.
¿Qué es lo que nos suele entristecer? Puede
que te parezca que las personas somos muy diferentes, que cada una andamos
envueltas en nuestro propio mundo particular. Pero en realidad, a todos nos
duele lo mismo. A
todos nos afectan las mismas cosas: la sensación de soledad, de no ser
comprendidos o respetados. Sentimos el desprecio y el maltrato. Las mentiras y
las traiciones.
Y también sufrimos a veces sin saber muy bien la razón. ¿Por un
vacío? ¿Por haber llegado a un momento en nuestras vidas donde nos damos cuenta
de que no somos del todo felices? En
ocasiones ocurre. Y es algo normal. Te explicamos pues qué pautas puedes
seguir para racionaliza la tristeza, y despegarte de ella de modo saludable.
1. Identifica qué es lo que te afecta
Puede parecerte una obviedad pero no
siempre es fácil. En ocasiones es un cúmulo de muchas cosas: algo que te ha
hecho tu pareja, la sensación de que no haces lo que en verdad quieres sino lo
que otros esperan de ti, una desilusión… A
veces la tristeza no tiene un solo color. Sino una gama compleja que hay que
saber desentrañar.
2. No te quedes quieta, no te encierres en
casa
La quietud nos atrapa como una enredadera.
No te dejes vencer. Si empiezas a desear quedarte en casa, sin salir con los
tuyos, dejando a un lado las relaciones sociales y prefiriendo estar a oscuras
en la cama, la depresión ya habrá hecho mella en ti. No lo permitas. Saca
energías de ti misma diciéndote que no te vas a dejar vencer, que mereces ser
feliz y que toda pena es pasajera. Que todo problema tiene una solución. Nada es eterno y tú tienes derecho
a encontrar tu propia tranquilidad. Esa que te hará sonreír el día menos
pensado cuando te levantes por la mañana y te digas a ti misma aquello de: “Hoy
me encuentro bien. Hoy voy a comerme el mundo”.
3. La tristeza como instante de reflexión
para salir fortalecidos
Como suele decirse, no hay anochecer que no haya sido vencido por
la mañana. Es decir, ninguna pena va a ser eterna, ni lo que hoy te duele tanto
va escocer tanto eternamente. Todo se calmará y todo irá
a mejor. Debes entender la tristeza como un instante de reflexión, como un
momento en que hemos de poner nuestra mirada hacia dentro para curarnos, para
reparar esos daños. Y también para tomar decisiones. Esa reflexión que trae la
tristeza nos debe permitir abrir los ojos hacia la dirección correcta. Y debes ser valiente para
tomarla, ten en cuenta que tu felicidad lo merece, y que de no tomar las
decisiones adecuadas o de no atreverte, puede llegar un día en que te venza la
frustración. Así que no lo dudes, fortalece tu autoestima, sal fortalecida tras
ese tenebroso túnel que es la tristeza.
4. Pedir ayuda, a veces, es necesario
No pienses que vas a poder tú sola con todo. Una mano amiga,
un hombro en el que llorar y un rostro que te atienda con expresión sincera
cuando le hablas, puede ser de una ayuda inestimable. Pero elige bien a la
persona adecuada. Hay quien no sabe
escuchar, hay quien se preocupa más por sí mismo y no sabe mostrar apertura.
Seguro que en tu círculo cercano tienes a esa persona que tiene siempre la
palabra más adecuada para ti, a quien lo le importa la hora que sea para
recibirte y escucharte… déjate ayudar. La soledad no siempre es buena cuando
nos está ahogando la tristeza.
5. Busca tu ilusión día a día
Cuando te levantes por la mañana, ponte un
objetivo. Algo que te empuje por dentro y que te obligue a salir de la cama, a
vestirte, a sentirte atractiva y con ganas de salir por la puerta de casa.
Apúntate a algún curso: pintura, yoga, baile…algo que te obligue a mantener
tu mente y tu cuerpo ocupados en algún proyecto por pequeño que sea.
Es esencial que encuentres el sentido en
esas cosas que te rodean: en la sonrisa de tus hijos, en esa pareja que te
quiere, o esos amigos o familiares que lo hacen todo por ti. Piensa en esa mascota que
siempre busca tu cercanía, en ese paseo por el parque que siempre disfrutabas.
Ilusiónate por un viaje, por un pequeño cambio en tu vida. O por uno grande.
Márcate un objetivo y piensa qué podrías hacer para conseguirlo.
Y así, día a día, con esa chispa bien
encendida, acabarás quemando la letargia de la tristeza. Esa que se adhiere y
que a veces no nos deja ver lo hermosa que es la vida.Cuídate,
sé feliz cada día. Tú lo mereces.
Fuente: reflexiones.cristianas.com
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