Querido Hijo:
No todo lo que brilla es oro. He
visto caer algunas estrellas del cielo, y quebrarse muchos bastones en los
cuales uno confiaba, para poderse sostener. Por eso quiero darte algunos
consejos, y decirte lo que yo encontré, y lo que el tiempo me ha enseñado.
Nada es
grande si no es bueno, y nada es verídico, si no perdura. No te dejes engañar por la idea de que
puedes aconsejarte solo, y
que conoces el camino por ti mismo. Este mundo material es para el hombre
demasiado poco y el mundo invisible no lo percibe, no lo conoce. Ahórrate pues esfuerzos vanos, no te
aflijas, y ten conciencia
de ti mismo. Considérate demasiado bueno para obrar mal, no entregues tu
corazón a cosas perecederas.
La verdad
querido hijo, no es gobernada por nosotros, sino que nosotros debemos
ajustarnos a ella. Ve lo que puedas ver, y para ello usa tus propios ojos, y
con respecto a lo invisible y eterno, atente a la
palabra de Dios.
Mantente fiel a Dios y respeta a tus padres. No desconfíes de nadie tanto como
de ti mismo, dentro de nosotros vive el juez que no engaña, y cuya voz es más
importante para nosotros que el aplauso de todo el mundo. Hazte el propósito
hijo, de no actuar contra su voz, y si algo piensas ó intentas hacer, póntelo
primero en la mente, y pídele consejo a tu juez interno. Al principio, él
hablará únicamente en forma muy suave, balbuceando como una criatura inocente,
sin embargo si honras su inocencia, soltará su lengua, y te hablará en forma
más perceptible.
Aprende con gusto de los demás, y escucha con atención donde se hable de
sabiduría, dicha humana, luz, libertad, virtud, pero no confíes inmediatamente
en todo, porque no todas las nubes llevan agua, y existen diversos caminos para
seguir. Hay quienes creen que dominan una materia, porque hablan de ella, pero
no es así hijo mío, no se tienen las cosas por poder hablar de ellas, las
palabras sólo son palabras, así que ten cuidado cuando fluyan en forma
demasiado hábil y ligera, pues los caballos cuyos carros están cargados de
mercadería, avanzan con pasos más lentos.
Nada
esperes del trajín y de los trajinantes, y pásate de
largo donde haya escándalo callejero. Si alguien quiere enseñarte sabiduría mírale a la cara, si
lo ves enorgullecido déjalo, no hagas caso de sus enseñanzas, por más famoso que
sea. Lo que uno no tiene no lo puede dar. No es libre aquel que puede hacer lo
que quiere, sino que es libre aquel
que puede hacer lo que debe hacer. Y no es sabio el que cree que sabe, sino aquel que se
percató de su ignorancia, y logró sobreponerse a la vanidad.
Piensa
con frecuencia en cosas sagradas, y ten la seguridad de que ello te traerá
ventajas, y así serás como la levadura que fermenta la masa del pan. No
desprecies a las personas por su religión. Desdeñar algo es fácil hijo, pero es
mucho mejor comprenderlo. No instruyas a
otros, hasta que tú seas instruido. Acógete a la verdad, si puedes, y gustosamente permite que
te odien a causa de ella.
Si tus
cosas no son cosas de verdad, cuida de no confundirlas, puesto que de ser así,
vendrán sobre ti las consecuencias. Simplemente haz el bien, y no te preguntes
por lo que de ello resulte, quiere sólo una cosa, y esa quiérela de corazón.
Cuida de tu cuerpo pero no de tal manera como si fuera tu alma. Obedece a la
autoridad, y deja que otros la discutan. Sé recto con
todo el mundo, pero no te confíes fácilmente. Sé correcto con cualquier persona, pero confíate
difícilmente.
No te
mezcles en asuntos ajenos, y los tuyos arréglalos con diligencia. No adules a persona alguna, y no te dejes adular. Honra a cada quien según
su rango, y deja que se avergüence si no lo merece. No quedes debiéndole a
persona alguna, pero sé afable, como si todos fueran tus acreedores. No quieras
siempre ser generoso, pero procura
ser siempre justo. A nadie debes sacar canas, sin
embargo cuando obres con justicia, no te preocupes por ellas. Desconfía de la
gesticulación, y procura que tus modales sean sencillos y correctos.
Si tienes
algo, ayuda, y da con gusto, y no por ello te creas superior, y si nada
tienes, ten a mano un trago de agua fresca, y no por ello te creas menos. No lastimes a mujer alguna, piensa que tu madre también lo es. No digas todo
lo que sabes, pero siempre debes saber lo que dices. No te apoyes en algún
grande, no te sientes donde se sientan los burlones, porque ellos son los más
miserables de todas las criaturas. Respeta y sigue a los hombres piadosos, mas
no a los santurrones. El hombre que tiene en su corazón verdadero temor a Dios, es como el sol que brilla y calienta, aunque no
hable.
Haz lo
que merezca recompensa, pero no pretendas obtenerla. Si tienes necesidades,
quéjate ante ti mismo, y ante nadie más. Ten siempre
algo bueno en tu mente, y
cuando yo muera, ciérrame los ojos, y no me llores. Ayuda y honra a tu madre mientras viva, y entiérrala junto a mí. A/D
Fuente: .sitiodeesperanza.com
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