Dios nos manda
a que lo amemos completamente, no sólo dice que un poco, sino de todo corazón,
con un amor sincero, con una completa pasión. Con toda tu mente, que lo
reconozcas y lo ames por quien él es: nuestro Salvador, el Dios Todopoderoso.
Con todas tus fuerzas, que lo ames a él y al servicio que le
ofreces, que le demuestres que lo amas con acciones y no palabras. Con toda tu
alma, con un amor completo y una entrega total. Amarlo con el alma es solo un
complemento de todo lo demás, en otras palabras es entregarle todo a Dios.
Enamorarse de Jesús es algo tan asombroso porque no es un amor
en el que sufres, no te preocupas en que si Dios te seguirá amando o te fallare
algún día, como tal vez lo haces con las demás personas.
Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que
Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor,
permanece en Dios, y Dios en él (1 Juan 4: 15-16)
Estos
versículos nos dicen que cuando dependemos y creemos en el amor de Dios,
tenemos una unidad o una comunión con él. ¿Pero qué pasa cuando ese amor o esa
pasión por el ya no existe más o nunca existió?
¿Cómo poder encender tu pasión
por Jesús?
Para poder entender la respuesta a estas preguntas, primero
debemos entender porque es importante mantener la pasión hacia Dios.
Tener una completa pasión por Dios significa
que estás dispuesto para servir a Jesús sin importar tu situación o las
consecuencias. El tener esa pasión por servir a Dios, por desarrollar tu
ministerio, tiene mucho que ver con tu propósito. Tu propósito es el trabajo
para el cual Dios te ha creado. Si no lo conoces entonces esa pasión no puede
existir. Pero, al conocerlo entonces puedes cumplir tu misión en la Tierra
porque sabes que tienes que hacer, porque esa pasión te conduce a cumplirla. Un
ejemplo de una persona apasionada que conocía su propósito fue Jesús. En 2
Reyes 9-10 habla sobre lo que él hizo. Dios, al ungirlo como rey de Israel, no
perdió su tiempo, sino que sabía lo que tenía que hacer: acabar con los cultos
de Baal y el reinado de Jezabel. Muchos le tenían miedo y no querían
enfrentarse a ella. Pero la pasión de Jesús por servir a Dios no le permitió
que se rindiera. Acabo matando a Jezabel, sus hijos y a los sacerdotes de Baal,
terminando con todo ese periodo de maldad y caos, cumpliendo su propósito.
El vivir apasionados por Dios es muy importante
porque al hacerlo estas reconociéndolo. Lo reconoces al hacer tu trabajo,
orando, alabándolo y no solo en eso sino que también en todo lo que haces, y lo
haces todo como para él. Esto te hace sentir bien. Te sientes bendecido y crees
que puedes hacer mucho porque tienes a Jesús. Como si estuvieras en el mejor
momento en tu vida espiritual.
La pasión
desata bendiciones y provoca el goza de Dios en tu vida porque obedeces a Dios
y lo pones a el primero, es lo que te anima a seguir adelante porque estás
viéndolo a él delante de ti. No te interesa tanto tu propio bienestar como el
de los demás. Por causa de esto alabar y adorar a Dios no se vuelve un problema
porque te enfocas más en el que en ti, igual con las personas, primero ellas y
luego tú. El vivir apasionados nos trae muchas recompensas, como ya dije,
desata muchas bendiciones, porque Dios sabe cuando haces algo de corazón.
También, es importante porque cuando no vives apasionado por Dios, buscas tu
propio bienestar, te vuelves egoísta y no sientes esa misma compasión hacia las
personas.
Hay muchas formas que pueden
destruir tu pasión
Primero, está el engaño. Juan 10:10 afirma que el primer objetivo de Satanás es destruir
nuestra pasión, porque sin ella no se puede servir a Dios de todo. Juan 8:44
declara que Satanás es el padre de la mentira, así que el engaño debe ser su
principal arma de destrucción ya que el engaño es la mentira disfrazada de
verdad. Cuando descubrimos que hemos sido engañados, nos llega una gran
decepción hacia la persona que nos daño, y muchas veces es difícil recuperarse
de una decepción porque pierdes confianza por la persona. En esto también están
incluidas las mentiras como: Dios no me ama, nadie me saluda, todos me ignoran,
etc. Estas son grandes mentiras que el Enemigo nos hace creer, que nos apartan
de la comunión que tenemos con las personas y con Dios, destruyendo nuestra pasión
por esa separación.
Segundo, es el miedo. En Mateo 25: 14-30 habla sobre la parábola de los talentos,
donde uno de los tres hombres prefirió esconder el talento que recibió porque
tenía miedo, a causa de esto le fue quitado su único talento y dado a otro.
Muchas veces Dios les da dones a las personas, pero al ejercerlos les da miedo
por ya sea perturbaciones, problemas, etc. Entonces, esto destruye tu pasión
porque no estás trabajando tu ministerio.
Tercero, es la
rutina. Algo se vuelve una rutina
cuando lo haces todos los días. Hay rutinas que son buenas y otras malas.
Hábitos que en lugar de ayudarte te destruyen. Esto en muchas ocasiones causa
estrés, fatiga, aburrimiento, tensión, etc. Eso destruye tu pasión porque cuando
todo esto empieza a invadir tu vida, empuja tu pasión fuera, se acaba y
comienzas a hacer todo por obligación y no por pasión. Lo haces solo porque
tienes y no porque quieres.
Sabiendo esto, es necesario conocer que es lo que enciende esa
pasión por Dios. Una de ellas es volver a entender de donde viene nuestra
salvación. De recordar el sacrificio de Jesús en la cruz y la razón por la cual
lo hizo.
El entender tu propósito en la Tierra también encenderá tu
pasión por Dios. Para encontrarlo, debes de ir y preguntarle a Él, porque qué
mejor es preguntarle al inventor sobre su invención que a otra persona, esto
significa que al buscarlo, deja de enfocarte en ti y más en tu Dios, tu
creador.
Otra manera de encender tu pasión, es amando a Dios y a su obra.
Aunque al principio te parezca esto muy difícil, amar algo o alguien cuando en
realidad no es cierto, y hacerlo como una obligación más que como un anhelo,
pero al acercarte a Él y conocerlo mejor lo amaras cada vez más, aunque al
principio no sea así. Para conseguir esto es necesario que pongas mucho de tu
parte. No te rindas solo porque ya no sientes nada, sino que sigue luchando,
porque tu Dios espera esto de ti.
No es buena idea dejar de leer la Biblia o
dejar de orar, ya que esto solo te alejara de Dios. Es muy difícil hacer esto
cuando no hay pasión, pero al luchar, Dios pondrá su espíritu sobre ti y según
lo que dice Hechos 1:8, que recibirás poder del Espíritu Santo para vencer
cualquier cosa en el nombre de Jesucristo, y que seréis testigos de los
milagros y del poder del Dios Todopoderoso.
Además, cuando
te acercas a Dios, recibirás su Espíritu Santo y el te dará lo que necesitas en
tu vida, esto incluye el amor. Así que, te invito a que sigas buscando de Dios
ya que es la única manera en la cual podrás encender tu pasión por el. Dios los
bendiga.
Autor: Viridiana Hernández
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