Conozco varios pastores que tienen una agenda llena. Citas de consejería en
la que enseñan a otros cómo vivir, cómo educar a sus hijos, cómo comportarse, cómo
ser mejores personas, pero lo irónico de esto es que muchos de ellos no tienen
un consejero, un mentor a quien acudir y pedir ayuda. Se ha creado la idea del
pastor ideal, que cuando necesita una opinión habla únicamente con Dios. Muchos
no tienen la humildad para llamar a otro y decir “Amigo/Pastor, no se que
hacer, necesito un consejo”.
La Biblia habla de esto en el libro del Éxodo, capítulo 18.
Moisés es un modelo para muchos de los pastores que han existido. Además de
criarse en la casa de Faraón, se auto exilió, fue el artífice de la liberación
de los hebreos, hablaba con Dios personalmente, hizo milagros entre los que se
incluye abrir una roca para que de agua y abrir un mar para que el pueblo
camine. Pero como muchos pastores y líderes, pensó que él podía solo,
que no necesitaba a otros como ellos lo necesitaban a él. Se pasaba todo el día
dando consejos, solucionando conflictos, resolviendo problemas ajenos. ¿Y el
tiempo para su familia?
Su suegro, Jetro, tuvo que intervenir. ¡Había aparecido un pastor para el
pastor!. Habló con Moisés y le indicó que si se mantenía en ese ritmo pastoral en
poco tiempo el cansancio acabaría con él. Le dio guía y le enseñó cómo se deben
hacer las cosas.
Lo sorprendente no es que Jetro aconseje a Moisés, sino que Moi reciba el
consejo con humildad y lo cumpla.
A veces
nuestros pastores necesitan un pastor, pero no quieren reconocerlo.
A veces nuestros pastores necesitan un pastor,
porque se olvidaron que son ovejas.
A veces nuestros pastores necesitan un
pastor, porque han descuidado a su familia, su salud, su integridad.
A veces nuestros pastores necesitan un pastor, y
se olvidan lo que Salomón dijo: “Dos
son mejor que uno, y si uno cae, el otro le levanta”
Fuente: radiohcjb.org
0 comentarios:
Publicar un comentario